jueves, abril 21, 2005

La complejidad como meme

En las dos últimas décadas, hemos sido testigos del encumbramiento y el declive de muchos discursos y nuevas teorías de gestión que uno tras uno se han ido auto proclamando ganadores de una competición en la que se trata de demostrar un mejor entendimiento de las organizaciones y los individuos que la componen. Es lo que se ha dado en llamar “modas” en gestión, utilizadas a modo de receta o solución universal de gestión de cara a conseguir la excelencia de la organización. Cada época se ha caracterizado por la supremacía generalizada de un discurso o moda determinada. Así, en los años 90, la protagonista fue la Gestión del Conocimiento, que consiguió un número muy respetable de adeptos. Las publicaciones, conferencias, escuelas y servicios de consultoría son un fenómeno inherente a todas estas modas y una potente herramienta que contribuye a su rápida propagación.

La complejidad ha irrumpido con fuerza en el panorama de la gestión. Ha despertado mucho interés en la comunidad científica y en las universidades, así como en los asesores de organizaciones de diferentes ámbitos. Aumenta de forma considerable el número de publicaciones y conferencias que se organizan en torno a ella. Por todo esto, cabe preguntarse el porqué de esta rápida expansión y lo que es más importante aún, si estamos ante otra moda de gestión. Para arrojar luz sobre estas dos cuestiones, en esta edición se presenta el artículo “Complexity, complicatedness and complexity: a new science behind organizational intervention? en el que su autor,
If Price, de la Sheffield Hallam University del Reino Unido, nos da las claves para entender el porqué de las modas y más concretamente, como la complejidad, como meme, tiene capacidad para replicarse y propagarse.

¿Novedad o moda? La complejidad como un discurso auto replicante

Pascale en 1990 advertía de la propensión de la gestión para hacerse con la última moda. De hecho, el estudio de las modas en gestión se ha convertido en un campo de análisis en sí mismo. Así, a lo largo de los años, hemos sido testigos de la prominencia y el declive de los “Círculos de Calidad”. La "Gestión del Conocimiento", por su parte, sigue atrayendo la atención de gestores y consultores de forma exponencial en detrimento del movimiento de la “Organización que aprende”. Otras modas, como el “Benchmarking” y la “Gestión de las Estructuras” disfrutaron de periodos de esplendor en los años 90, pero sin embargo a día de hoy sólo se puede hablar de una popularidad moderada.

En cuanto a la complejidad, para analizar su grado de penetración, el autor propone como indicador el número de libros de difusión general en la base de datos de Amazon.com que contengan en el título la palabra “complejidad”. Como muestra el gráfico, la complejidad puede estar experimentando la misma tendencia que las modas comentadas anteriormente.



A medida que un discurso determinado gana fuerza a través de los procesos de feedback positivo, es capaz de copar los intereses de diversos agentes, tales como los investigadores en busca de becas, editores en busca de títulos y consultores en busca de diferenciación de mercado a través de la venta de la última moda en gestión.

Algunas de las modas o tendencias en gestión aparecen y luego desaparecen completamente, como es el caso de los círculos de calidad. Otras, por el contrario, han sido más exitosas, como la Gestión de la Calidad Total, la Reingeniería de Procesos o la Gestión de Conocimiento, que mantienen institutos, revistas, centros de investigación y otras formas de organización que sirven de instrumentos de cara a expandir la moda en cuestión. En ocasiones, suelen convivir más de dos tendencias, por lo que deben competir para mantener su posicionamiento.

Para que el proceso de propagación de las modas tenga lugar, no es necesario que el término objeto de difusión tenga un significado preciso y único. No es necesaria la unanimidad respecto a la definición del mismo. Así, otros términos tales como la Reingeniería de Procesos o el Benchmarking, fueron incrementando el número de acepciones a medida que se han ido expandiendo.

Las distintas formas de organización y agentes que contribuyen a la propagación de una moda concreta de gestión constituyen un sistema auto organizado, y son en sí mismos, complejos. Configuran un tipo de orden, un alejamiento del equilibrio termodinámico que no tendría lugar sin el discurso que da origen a tal fenómeno.

Claramente, la diseminación de una moda en particular beneficia a aquellos agentes participantes en dicho sistema, tanto si están guiados por un deseo de reputación o por un móvil económico o simplemente disfrutan del placer de la sabiduría. Cada uno de los sistemas que ha dado lugar a la propagación de los discursos de gestión se habrá regido por unas reglas básicas concretas, diferentes y únicas en cada uno de los casos. Sin embargo, en todos los casos, los conceptos codificados han sido el origen del sistema auto organizado concreto que ha permitido la diseminación y perpetuación de cada uno de los discursos.

Según el autor, los procesos de auto organización que tienen lugar alrededor de los discursos replicativos son un caso concreto de un fenómeno más generalizado: la fijación de paradigmas. Así, las diferentes escuelas e instituciones científicas pueden ser consideradas formas de organización dedicadas a mantener determinados paradigmas a los cuales deben su existencia. Los paradigmas, y la mayor parte de los científicos, son seleccionados en relación a su capacidad para aportar explicaciones mejores o más “verdaderas” del mundo, si bien la evidencia muestra que las organizaciones construidas en torno a un paradigma determinado resisten la intrusión de un paradigma sustituto (Hull, 1998).

Hasta aquí el argumento del autor es que la complejidad, como objeto de discurso, ha permitido la emergencia de una red de organizaciones cuya mera existencia provoca automáticamente la expansión del término. En este punto, la pregunta que se hace es, ¿por qué hay tanta diversidad de significados que acaban en última instancia complicando los debates en torno a la complejidad?


Cui bono: ¿por qué la diversidad de significado?

¿A quién beneficia la diversidad de significados inherentes al término complejidad, como ha ocurrido en otros discursos? Es dudoso que a los usuarios del término, salvo que las discusiones sobre su significado conformen un área de estudio en sí mismas. Incluso no parece que sean los estudiantes o las empresas las que estén interesadas en evaluar la utilidad del término en sus diferentes acepciones. Según Dennett (1991, 1995) la pregunta está limitada por la hipótesis de que hay “alguien”, entendido como agente, quien se beneficia de la diversidad, cuando en realidad el que se beneficia es el propio término “complejidad” como objeto de discurso. Si la diversidad de significado contribuye a la expansión de un término concreto, entonces se puede considerar que es el propio término el que sale beneficiado.

En este planteamiento, Dennett se inspira en el paradigma de la evolución de Darwin, y más especialmente en la versión neo Darwiniana que trata la evolución como un proceso de selección entre replicantes. La metáfora del Gen Egoísta de Dawkins representa la expresión popular de esta idea. La esencia del argumento es que los genomas contienen el esquema del orden biológico complejo. La capacidad de replicarse sustenta la emergencia y el mantenimiento de la complejidad biológica. Más concretamente, Dennet se inspira en la idea de Dawkins relativa a un segundo tipo, un replicador cultural, el meme, una creencia, moda o idea que no se replica mediante un fenómeno químico sino en un sentido más amplio, a través de la imitación.

La idea de los memes se ha utilizado en diversos ámbitos; entre otros, se ha utilizado como teoría que sostiene el comportamiento imitador de los individuos a nivel social o como fundamento de una teoría más general sobre la conciencia individual. Una visión más amplia considera los memes o conjuntos de memes coexistentes como codificadores del esquema de la cultura de las organizaciones. En este sentido, las reglas de la organización pueden considerarse un producto de un sistema auto replicante de ideas y diálogos.

En el caso de la complejidad, si consideramos el discurso de complejidad (replicante) como el Meme Egoísta que va replicándose al pasar de un individuo a otro, es indudable que la falta de claridad o consenso en el significado contribuye positivamente al proceso de replicación. El meme se replica cada vez que alguien se une a una conversación o discusión sobre su significado, ganando mayor terreno en la ecología de las conversaciones humanas cuanto mayor sea el número de acepciones diferentes que se transmitan.



Nuria Toro

“Complexity, complicatedness and complexity: a new science behind organizational intervention?. If Price. ECO Special Double Issue. Vol. 6 N. 1-2 Fall 2004 pp. 40-48


lunes, abril 11, 2005

Sobre la Complejidad y Sus Usos

Tomás R. Villasante es profesor titular del Departamento de Ecología Humana y Población en la facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid.
A través del presente artículo publicado en el Observatorio Internacional de Ciudadanía y Medio Ambiente Sostenible, el autor trata de realizar una aproximación a la dificultad que entraña la aplicación de principios de complejidad a las investigaciones de carácter social, y muy especialmente bajo el prisma de los análisis de las redes sociales.
En la primera parte del artículo, tratará de argumentar el diferente tratamiento que se le debe aplicar a las ciencias sociales a la hora de aplicar conceptos de complejidad. Apostará por una concepción intervencionista de investigación sobre los hechos sociales, como única manera de abordar la complejidad humana. La capacidad de conocimiento de lo social, en su complejidad, lo identificará con aspectos como la implicación, la intervención y la utilidad social.
El segundo punto del artículo, se centra fundamentalmente en cómo podemos crear un marco de comprensión de las actividades que se producen en la vida, la sociedad o un ecosistema determinado. Tras poner diferentes ejemplos que ilustran la complejidad de las interacciones sociales, animales y ecológicas, y los diferentes marcos conceptuales que se les ha intentado aplicar para su racionalización y comprensión, termina concluyendo la importancia del entorno, del sentido de la situación social que tratamos de comprender.
En la última parte del artículo, Villasante nos mostrará las deficiencias metodológicas e instrumentales para articular una investigación de carácter social bajo el prisma de la complejidad humana, a través del análisis de redes sociales. Concluye además que es necesario replantearse las metodologías de análisis de redes sociales actuales para adaptarlas a una visión compleja de la sociedad.

A través del presente artículo publicado por el Observatorio Internacional de Ciudadanía y Medio Ambiente Sostenible, el autor trata de realizar una aproximación a la dificultad que entraña la aplicación de principios de complejidad a las investigaciones de carácter social, y muy especialmente bajo el prisma de los análisis de las redes sociales. En las ciencias sociales se deben razonar los procesos del objeto de estudio, pero sin olvidar verificarlos por la práctica, pues los resultados prácticos pueden dar lugar a nuevas vías de reflexión hasta ese momento ocultas. Por ello no parece aconsejable abordar la ciencia sólo desde el razonamiento teórico, sino que debe tratar de contrastarse con la praxis, con acciones reales. Ciencias como la biología o la medicina se muestran realmente operativas, mostrando claramente que se dirigen a la búsqueda de la respuesta de las preguntas ¿cómo? ¿para qué? o ¿para quién?. Podemos decir que existe en ellas una concepción instrumental de entender la ciencia.

Los filósofos y los matemáticos, sin embargo, podrían representar la concepción opuesta al tratamiento y estudio de la complejidad social que acabamos de describir. Su manera de abordar los problemas es teórica y abstracta, sin tener demasiado en cuenta la praxis, por lo que su lógica y argumentaciones suelen ser “perfectas”.

La vida nos enseña sin embargo que la realidad nos desborda constantemente, por lo que no es necesario que en nuestras mentes contengamos una concepción completa y global de la complejidad que nos rodea, sino unos pequeños patrones o procesos que nos permitan navegar entre los fenómenos que nos rodean, y que generan nuevas turbulencias al entrar en contacto con nuestras intervenciones.

Ante el dilema de cómo resolver de la mejor manera posible algo que parece irresoluble, el autor opta por defender la posición de no estancarse únicamente en los debates académicos. Ante este objeto de análisis evidentemente complejo, turbulento y siempre cambiante, nos propone la intervención en el proceso y las actuaciones improvisadas sobre los principales elementos del sistema.

Pero, ¿ como hacer “visible” o comprensible aquello que ni siquiera se conoce?
La utilización de paradojas y metáforas se ha convertido en una estrategia para hacer presente la incertidumbre, la turbulencia y la inexistencia de un final determinado por parte de las ciencias actuales.
Así, el autor pone como ejemplo la metáfora de la fiesta de disfraces en la que todo el mundo se viste de mariposa:

1) Podemos tratar de clasificar todos los tipos de disfraces que hay en la fiesta, cuantificando y clasificándolo todo, aunque posiblemente acabaríamos con la fiesta.

2) Podemos también seguir a unos determinados disfraces para estudiar su comportamiento, aunque corremos el riesgo de extrapolar el comportamiento de unos pocos a la generalidad de relaciones complejas existentes.

3) Podemos disfrutar de la fiesta sin ningún tipo reflexión ni estrategia, aunque nuestra presencia tendría nula utilidad.

4) Por último podríamos adoptar una estrategia que integrara mariposear por la fiesta, pensar qué disfraces nos interesan más para acercarnos a ellos, y cuando hayamos entendido algo de las relaciones posibles (ligar, beber, capacidad de baile...), intentar comprender y tratar de intervenir en la fiesta (preparar combinados, aumentar la pista de baile...).

El baile de disfraces no deja de ser una metáfora de cualquier sistema complejo social, muy caótico para alguien que lo vea desde fuera, pero no tanto para aquellos que se encuentran en la pista de baile.
Como dice Villasante citando a Von Foerster, “un desfile es más fácil de controlar desde fuera que desde dentro, mientras que un baile es más fácil de controlar desde dentro que desde fuera, aunque para alguien que se encuentre en el exterior la impresión del baile sea compleja y caótica".

Como conclusión de esta primera parte del artículo, podríamos decir que el autor argumenta el diferente tratamiento que se le debe aplicar a las ciencias sociales a la hora de aplicar conceptos de complejidad. Las reflexiones a las que se puede llegar desde disciplinas como la física o la química, nada tienen que ver con las de la economía o la sociología, pues el sentido y uso que se le quiera dar a la reflexión, determinará la misma. El autor apostará por una concepción intervencionista de investigación sobre los hechos sociales, como única manera de abordar la complejidad humana.

El segundo punto del artículo, se centra fundamentalmente en cómo podemos crear un marco de comprensión de las actividades que se producen en la vida, la sociedad o un ecosistema determinado. Tras poner diferentes ejemplos que ilustran la complejidad de las interacciones sociales, animales y ecológicas, y los diferentes marcos conceptuales que se les ha intentado aplicar para su racionalización y comprensión, termina concluyendo la importancia del entorno, del sentido de la situación social que tratamos de comprender.

En el caso de la informática, parece evidente que al menos de momento, y con la lógica de 0 y 1 no se llegará nunca a alcanzar la capacidad de razonamiento e intuición de los seres de humanos, capaces de dar solución práctica a situaciones complejas y turbulentas sin una resultado o final determinado.

El ejemplo que el autor pone sobre la luz también es muy esclarecedor. La luz puede comportarse como onda o corpúsculo, en función de las pruebas a las que se le someta, siendo en todo caso la misma luz. Estamos afirmando científicamente por tanto, y contra toda lógica racional, que un elemento es dos cosas al mismo tiempo. Así pues, en función del contexto en el que situemos los elementos, estos pueden resultar de una manera o de otra.
En el caso del mundo social, el autor afirma que consiste en actividades o juegos caóticos o complejos que nos pre-existen; y para poder entenderlos, deberíamos centrarnos en el “producir” y en el “hacer”, pues ni los juegos mismos ni sus reglas existen realmente, sino sólo nuestro “producir”.

En la última parte del artículo, Villasante nos mostrará las deficiencias metodológicas e instrumentales para articular una investigación de carácter social bajo el prisma de la complejidad humana, a través del análisis de redes sociales. Concluye además que es necesario replantearse las metodologías de análisis de redes sociales actuales para adaptarlas a una visión compleja de la sociedad.

Se pregunta asimismo, cómo conseguir no bloquear los procesos cuando es imprescindible hacer reducciones con las intervenciones que realizamos en un entorno de complejidad. Toda herramienta o metodología de intervención propuesta genera algún tipo de constreñimiento o reducción de la realidad compleja estudiada, generando además, toda una serie de consecuencias imprevistas e imprevisibles en el sistema sobre el que se actúa. No se debe confundir el hecho de aumentar la energía de un sistema, esto es, aumentar su complejidad, con una mejor organización del mismo. Sin embargo, sí que parece cierto que en determinados “errores” o situaciones no previstas generadas en el sistema se puede dar lugar a innovaciones o procesos creativos. No será el tamaño de las relaciones dentro de un sistema, sino su tipo las que facilitaran la generación de innovaciones o procesos creativos.

Las relaciones que se establecen entre los diferentes elementos de un sistema complejo no pueden por el momento ser representados a través del Social Network Análisis, aunque sí que hay determinados patrones en las relaciones entre agentes que resultan interesantes, como la diferencia relacional entre hormigas, mamíferos y humanos. Las primeras se relacionan a través de una jerarquía interna, y posteriormente adaptan sus itinerarios al terreno del que deben recoger la comida. En el caso de los mamíferos, existe una mayor autonomía en la toma de decisiones, la relación con el grupo de pertenencia y el territorio; y en los humanos, las capacidades de decisión y las relaciones con el grupo y el territorio se superponen, por lo que nuestra complejidad aumenta. Además podríamos hablar de relaciones fuertes, débiles, virtuales, personales, etc. dentro de diferentes procesos de socialización a los que los humanos estamos sometidos.

¿Podremos conocer cómo manejarnos dentro de esta redes complejas?


IÑIGO URKIDI


Sobre la Complejidad y Sus Usos, Tomás R. Villasante, Observatorio Internacional de Ciudadanía y Medio Ambiente Sostenible, Universidad Complutense, Madrid.

viernes, abril 01, 2005

Complejidad y Pensamiento Social


La Dra. Mayra Espina Prieto, del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas de La Habana, nos introduce en los debates sobre Pensamiento Social y Complejidad. Espina presenta un sintético y consistente panorama de los nuevos rumbos del pensamiento y la teoría social, a partir de las reconstrucciones y debates epistemológicos que han tenido lugar en el escenario de las ciencias sociales, particularmente desde mediados del Siglo XX hasta la actualidad. Su aporte toma especialmente en cuenta la perspectiva de la complejidad en la comprensión de lo social, con una mirada que abarca las propuestas de pensadores universales.

En la segunda mitad de los años 90 del siglo que acaba de concluir se fue haciendo común en las ciencias sociales la presencia de la noción de complejidad y de diferentes conceptos a ella asociados (p.e. autopoiesis, caos, incertidumbre, no linealidad), para referirse a procesos de naturaleza social, presencia que se ha hecho más visible en los inicios del siglo XXI. Las reacciones de la comunidad académica de ciencias sociales ante la teoría de la complejidad y su introducción en estas disciplinas han sido variadas y va desde los que consideran que abre un camino innovador que contribuiría a resolver viejas limitaciones del pensamiento social, hasta el escepticismo y la negación más absoluta.

En la primera posición los ejemplos más conocidos serían Luhman (1982), con su teoría de los sistemas complejos y el uso en ella de la noción de autopoiesis para explicar lo social como sistema que aprende, se autogenera y autoorganiza, y Edgar Morin (1990, 1996), quien ha asumido la complejidad en su sentido más fundamental de método.

Entre los opositores los argumentos más extendidos son los de que esta corriente solo representa una moda pasajera, el uso de nuevos términos para denominar fenómenos y procesos ya conocidos y adecuadamente conceptualizados por otras matrices teóricas, que solo es un intento ilegítimo de extrapolar un modelo construido para otros ámbitos de la vida (como lo fue en su momento el uso de modelos mecánicos o evolucionistas) que se quiere convertir forzadamente en un nuevo paradigma y que, lejos de esclarecer nuevas realidades, oscurece la comprensión de lo ya conocido, como una especie de impostura científica.

Un peligro que se atribuye a la acogida de las nociones de complejidad en el pensamiento social es que enmascaran un posicionamiento agnóstico de nuevo tipo, que socava la legitimidad del saber científico, al debilitar la certeza de que es posible alcanzar un conocimiento acabado de un orden sometido a leyes invariables, dado el énfasis que colocan en lo emergente, lo imprevisible, lo autoorganizativo, lo azaroso, lo acausal, cualidades obviamente mucho más difíciles de discernir y de someter a un patrón de comportamiento preestablecido, con leyes con un ámbito de vigencia espacio-temporal suficientemente amplio como para dotarlas de cierta universalidad.

El texto de la Dra. Espina se involucra en el debate partiendo de la idea de que lo que se ha dado en llamar “teoría de la complejidad”, aunque ciertamente está configurada principalmente a partir de hallazgos en las ciencias naturales, exactas y técnicas, tiene claras derivaciones epistemológicas (especialmente en lo que se refiere a la relación sujeto–objeto), con lo que desborda los marcos estrictamente disciplinares para situarse en el espacio multidimensional de la concepción de realidad y del acto de conocerla, de producir saber en general, y con ello entronca con toda coherencia con las críticas que las propias ciencias sociales han producido a lo largo de su historia, a posiciones reduccionistas que intentan concebir y manejar lo social desde su simplificación.

Antes de pasar a esas reflexiones el texto realiza dos acotaciones: qué entiende la autora por pensamiento social (o disciplinas sociales) y por complejidad. Con pensamiento social o, más concretamente, disciplinas sociales, se refiere al conjunto de saberes constituido como áreas científicas particulares, y eventualmente aplicadas, que se configuran como ámbitos autónomos del conocimiento (con objeto y métodos propios) en la segunda mitad del siglo XIX, como son, principalmente, la economía, la sociología, la psicología, la antropología, la historia y las ciencias políticas (Wallerstein 1995), las que, por las condiciones semejantes en que se constituyeron como tales, la cercanía de sus respectivos objetos y por las peculiaridades compartidas de la relación sujeto-objeto que las caracteriza (sujeto-sujeto, para decirlo con mayor precisión) comparten un conjunto de rasgos y posicionamientos generales relativos a las formas de conocer, que permiten tomarlas como un conjunto, haciendo abstracción, para los fines de este análisis, de las particularidades de sus historias respectivas y contenidos específicos. De tal manera, las reflexiones que aporta abordan debates y problemas que son comunes, en mayor o menor grado, al conjunto, ubicándose en un terreno de confluencia epistemológica.

En lo que se refiere a la complejidad, nos podemos encontrar indistintamente con referencias a la teoría de la complejidad, ciencia del caos, perspectiva de la complejidad, pensamiento complejo o de la complejidad, entre otros términos al uso. Cuando se alude a una teoría de la complejidad o, a veces de forma intercambiable o equivalente, a una ciencia o teoría del caos, generalmente se está agrupando bajo esta denominación un conjunto de hallazgos realizados principalmente dentro de la física, la química, la biología, la matemática, la geometría, la meteorología y la cibernética, que develan un conjunto de rasgos de la existencia no contemplados en las teorías anteriores (Ver; Delgado 2002; Hacking 1995; Ibáñez 1990; Morin 1996). Entre los hallazgos que tributan a la teoría de la complejidad se encuentran las investigaciones sobre no-linealidad, de Lorenz, y la cibernética, con la idea de retroacción y, con ellas, la de una causalidad no lineal, donde los efectos no son proporcionales a las causas y se intercambian; los objetos fractales de Mandelbroth; los atractores extraños de Reulle; la nueva termodinámica de Shaw; la autopoiesis de Maturana y Varela; las teorías de la información, que describen universos donde se simultanean orden y desorden y de lo que se extrae algo nuevo, la información; la teoría de sistemas, donde el todo es más que la suma de las partes y donde la organización del todo produce cualidades emergentes, no preexistentes en las partes; la noción de autoorganización, aportada por la teoría de los autómatas autoorganizados de Von Neuman: las máquinas vivientes, a diferencia de las artificiales, tienen la capacidad de reproducirse y autorregenerarse; el principio de generación de orden a partir de ruido de Von Foerster; la teoría de Atlan del azar organizador; la teoría de Prigogine de las estructuras disipativas....

Aunque referirse a este variado conjunto como una teoría es un exceso, puesto que ello significaría que se ha constituido como un sistema de principios, rasgos, leyes o patrones comportamentales, como un cuerpo de conocimientos integrado y articulado coherentemente, lo que no ha sucedido realmente, es innegable que, tomados en conjunto todos estos hallazgos, y aunque se hayan producido de forma independiente y con fines específicos dentro de sus campos investigativos respectivos, abren un ámbito de reflexión diferente. En síntesis, estos estudios pueden ser agrupados en lo que se ha denominado análisis de dinámicas no lineales y de autoorganización (Delgado 2002) y tienen como característica esencial el que, además de retar principios de la ciencia constituida, se ubican en cualidades y procesos que aparecen en la interacción de diferentes formas de la existencia (física, química, biológica, por decirlo de una forma tradicional) y que, por lo tanto, se resisten a los moldes estrictamente disciplinares del conocimiento científico, ubicándose en un espacio transversal, transdisciplinar.

Por su parte la denominación de pensamiento complejo, bastante conocida en las ciencias sociales, se refiere específicamente a la propuesta de Edgar Morin (1996) de transitar hacia una reforma del pensamiento, que se propone superar las maneras de producir saber que reducen el conocimiento del todo al de las partes y lo descontextualizan, asumiendo la preeminencia de una causalidad universal, y avanzar hacia una forma de pensar que “trata a la vez de vincular y de distinguir, pero sin desunir” y que acepta el reto de la incertidumbre.

Otras denominaciones más difusas como enfoque de la complejidad, perspectiva de la complejidad, episteme compleja, paradigma de la complejidad, se orientan más hacia la capacidad de renovación de estos hallazgos en el terreno transdisciplinar epistemológico, en la construcción cosmovisiva.

El estudioso cubano Carlos Delgado (2002), recreando una propuesta de C. Maldonado (1999), propone la siguiente distinción:

1. La complejidad como ciencia propiamente dicha, las ideas científicas que tienen un carácter más concreto y específico, el estudio de la dinámica no lineal en diversos sistemas concretos.

2. La complejidad como método, las construcciones metodológicas a partir de estos desarrollos científicos, la propuesta de un método de pensamiento que supere las dicotomías de los enfoques disciplinarios del saber y que consiste básicamente en el aprendizaje del pensamiento relacional.

3. La complejidad como cosmovisión, las elaboraciones acerca del mundo en su conjunto y el proceso de la cognición humana en general, la elaboración de una nueva mirada al mundo y al conocimiento que supere el reduccionismo a partir de las consideraciones holistas emergentes del pensamiento sistémico.

La tercera distinción, la complejidad como cosmovisión, está aludiendo al hecho de que ha quedado configurado una ruptura en las formas de conocer; una ruptura entre un ideal de simplificación como instrumental legítimo y deseable para conocer el universo y de apropiación-transformación de este, que lo considera como algo acabado, ya hecho, que el sujeto debe descubrir y explicar, y otro ideal, el de la complejidad, que no reduce el universo, que acepta el reto de la multiplicidad, la diversidad, lo relacional de este y su carácter inacabado, en construcción, y por ello indeterminado y también, construible.


Naiara Artaza

Pensamiento Social y Complejidad. Mayra Espina Prieto. Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas de La Habana, en TRANSDISCIPLINARIEDAD Y COMPLEJIDAD EN EL ANÁLISIS SOCIAL, Luis Carrizo, CLAEH, Uruguay (Ed.), Mayra Espina, CIPS, Cuba y Julie Thompson Klein, Wayne State University, EUA. UNESCO. 2003.