Tomás R. Villasante es profesor titular del Departamento de Ecología Humana y Población en la facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid.
A través del presente artículo publicado en el Observatorio Internacional de Ciudadanía y Medio Ambiente Sostenible, el autor trata de realizar una aproximación a la dificultad que entraña la aplicación de principios de complejidad a las investigaciones de carácter social, y muy especialmente bajo el prisma de los análisis de las redes sociales.
En la primera parte del artículo, tratará de argumentar el diferente tratamiento que se le debe aplicar a las ciencias sociales a la hora de aplicar conceptos de complejidad. Apostará por una concepción intervencionista de investigación sobre los hechos sociales, como única manera de abordar la complejidad humana. La capacidad de conocimiento de lo social, en su complejidad, lo identificará con aspectos como la implicación, la intervención y la utilidad social.
El segundo punto del artículo, se centra fundamentalmente en cómo podemos crear un marco de comprensión de las actividades que se producen en la vida, la sociedad o un ecosistema determinado. Tras poner diferentes ejemplos que ilustran la complejidad de las interacciones sociales, animales y ecológicas, y los diferentes marcos conceptuales que se les ha intentado aplicar para su racionalización y comprensión, termina concluyendo la importancia del entorno, del sentido de la situación social que tratamos de comprender.
En la última parte del artículo, Villasante nos mostrará las deficiencias metodológicas e instrumentales para articular una investigación de carácter social bajo el prisma de la complejidad humana, a través del análisis de redes sociales. Concluye además que es necesario replantearse las metodologías de análisis de redes sociales actuales para adaptarlas a una visión compleja de la sociedad.
A través del presente artículo publicado por el Observatorio Internacional de Ciudadanía y Medio Ambiente Sostenible, el autor trata de realizar una aproximación a la dificultad que entraña la aplicación de principios de complejidad a las investigaciones de carácter social, y muy especialmente bajo el prisma de los análisis de las redes sociales. En las ciencias sociales se deben razonar los procesos del objeto de estudio, pero sin olvidar verificarlos por la práctica, pues los resultados prácticos pueden dar lugar a nuevas vías de reflexión hasta ese momento ocultas. Por ello no parece aconsejable abordar la ciencia sólo desde el razonamiento teórico, sino que debe tratar de contrastarse con la praxis, con acciones reales. Ciencias como la biología o la medicina se muestran realmente operativas, mostrando claramente que se dirigen a la búsqueda de la respuesta de las preguntas ¿cómo? ¿para qué? o ¿para quién?. Podemos decir que existe en ellas una concepción instrumental de entender la ciencia.
A través del presente artículo publicado en el Observatorio Internacional de Ciudadanía y Medio Ambiente Sostenible, el autor trata de realizar una aproximación a la dificultad que entraña la aplicación de principios de complejidad a las investigaciones de carácter social, y muy especialmente bajo el prisma de los análisis de las redes sociales.
En la primera parte del artículo, tratará de argumentar el diferente tratamiento que se le debe aplicar a las ciencias sociales a la hora de aplicar conceptos de complejidad. Apostará por una concepción intervencionista de investigación sobre los hechos sociales, como única manera de abordar la complejidad humana. La capacidad de conocimiento de lo social, en su complejidad, lo identificará con aspectos como la implicación, la intervención y la utilidad social.
El segundo punto del artículo, se centra fundamentalmente en cómo podemos crear un marco de comprensión de las actividades que se producen en la vida, la sociedad o un ecosistema determinado. Tras poner diferentes ejemplos que ilustran la complejidad de las interacciones sociales, animales y ecológicas, y los diferentes marcos conceptuales que se les ha intentado aplicar para su racionalización y comprensión, termina concluyendo la importancia del entorno, del sentido de la situación social que tratamos de comprender.
En la última parte del artículo, Villasante nos mostrará las deficiencias metodológicas e instrumentales para articular una investigación de carácter social bajo el prisma de la complejidad humana, a través del análisis de redes sociales. Concluye además que es necesario replantearse las metodologías de análisis de redes sociales actuales para adaptarlas a una visión compleja de la sociedad.
A través del presente artículo publicado por el Observatorio Internacional de Ciudadanía y Medio Ambiente Sostenible, el autor trata de realizar una aproximación a la dificultad que entraña la aplicación de principios de complejidad a las investigaciones de carácter social, y muy especialmente bajo el prisma de los análisis de las redes sociales. En las ciencias sociales se deben razonar los procesos del objeto de estudio, pero sin olvidar verificarlos por la práctica, pues los resultados prácticos pueden dar lugar a nuevas vías de reflexión hasta ese momento ocultas. Por ello no parece aconsejable abordar la ciencia sólo desde el razonamiento teórico, sino que debe tratar de contrastarse con la praxis, con acciones reales. Ciencias como la biología o la medicina se muestran realmente operativas, mostrando claramente que se dirigen a la búsqueda de la respuesta de las preguntas ¿cómo? ¿para qué? o ¿para quién?. Podemos decir que existe en ellas una concepción instrumental de entender la ciencia.
Los filósofos y los matemáticos, sin embargo, podrían representar la concepción opuesta al tratamiento y estudio de la complejidad social que acabamos de describir. Su manera de abordar los problemas es teórica y abstracta, sin tener demasiado en cuenta la praxis, por lo que su lógica y argumentaciones suelen ser “perfectas”.
La vida nos enseña sin embargo que la realidad nos desborda constantemente, por lo que no es necesario que en nuestras mentes contengamos una concepción completa y global de la complejidad que nos rodea, sino unos pequeños patrones o procesos que nos permitan navegar entre los fenómenos que nos rodean, y que generan nuevas turbulencias al entrar en contacto con nuestras intervenciones.
Ante el dilema de cómo resolver de la mejor manera posible algo que parece irresoluble, el autor opta por defender la posición de no estancarse únicamente en los debates académicos. Ante este objeto de análisis evidentemente complejo, turbulento y siempre cambiante, nos propone la intervención en el proceso y las actuaciones improvisadas sobre los principales elementos del sistema.
Pero, ¿ como hacer “visible” o comprensible aquello que ni siquiera se conoce?
La utilización de paradojas y metáforas se ha convertido en una estrategia para hacer presente la incertidumbre, la turbulencia y la inexistencia de un final determinado por parte de las ciencias actuales.
Así, el autor pone como ejemplo la metáfora de la fiesta de disfraces en la que todo el mundo se viste de mariposa:
1) Podemos tratar de clasificar todos los tipos de disfraces que hay en la fiesta, cuantificando y clasificándolo todo, aunque posiblemente acabaríamos con la fiesta.
1) Podemos tratar de clasificar todos los tipos de disfraces que hay en la fiesta, cuantificando y clasificándolo todo, aunque posiblemente acabaríamos con la fiesta.
2) Podemos también seguir a unos determinados disfraces para estudiar su comportamiento, aunque corremos el riesgo de extrapolar el comportamiento de unos pocos a la generalidad de relaciones complejas existentes.
3) Podemos disfrutar de la fiesta sin ningún tipo reflexión ni estrategia, aunque nuestra presencia tendría nula utilidad.
4) Por último podríamos adoptar una estrategia que integrara mariposear por la fiesta, pensar qué disfraces nos interesan más para acercarnos a ellos, y cuando hayamos entendido algo de las relaciones posibles (ligar, beber, capacidad de baile...), intentar comprender y tratar de intervenir en la fiesta (preparar combinados, aumentar la pista de baile...).
El baile de disfraces no deja de ser una metáfora de cualquier sistema complejo social, muy caótico para alguien que lo vea desde fuera, pero no tanto para aquellos que se encuentran en la pista de baile.
Como dice Villasante citando a Von Foerster, “un desfile es más fácil de controlar desde fuera que desde dentro, mientras que un baile es más fácil de controlar desde dentro que desde fuera, aunque para alguien que se encuentre en el exterior la impresión del baile sea compleja y caótica".
Como conclusión de esta primera parte del artículo, podríamos decir que el autor argumenta el diferente tratamiento que se le debe aplicar a las ciencias sociales a la hora de aplicar conceptos de complejidad. Las reflexiones a las que se puede llegar desde disciplinas como la física o la química, nada tienen que ver con las de la economía o la sociología, pues el sentido y uso que se le quiera dar a la reflexión, determinará la misma. El autor apostará por una concepción intervencionista de investigación sobre los hechos sociales, como única manera de abordar la complejidad humana.
El segundo punto del artículo, se centra fundamentalmente en cómo podemos crear un marco de comprensión de las actividades que se producen en la vida, la sociedad o un ecosistema determinado. Tras poner diferentes ejemplos que ilustran la complejidad de las interacciones sociales, animales y ecológicas, y los diferentes marcos conceptuales que se les ha intentado aplicar para su racionalización y comprensión, termina concluyendo la importancia del entorno, del sentido de la situación social que tratamos de comprender.
Como conclusión de esta primera parte del artículo, podríamos decir que el autor argumenta el diferente tratamiento que se le debe aplicar a las ciencias sociales a la hora de aplicar conceptos de complejidad. Las reflexiones a las que se puede llegar desde disciplinas como la física o la química, nada tienen que ver con las de la economía o la sociología, pues el sentido y uso que se le quiera dar a la reflexión, determinará la misma. El autor apostará por una concepción intervencionista de investigación sobre los hechos sociales, como única manera de abordar la complejidad humana.
El segundo punto del artículo, se centra fundamentalmente en cómo podemos crear un marco de comprensión de las actividades que se producen en la vida, la sociedad o un ecosistema determinado. Tras poner diferentes ejemplos que ilustran la complejidad de las interacciones sociales, animales y ecológicas, y los diferentes marcos conceptuales que se les ha intentado aplicar para su racionalización y comprensión, termina concluyendo la importancia del entorno, del sentido de la situación social que tratamos de comprender.
En el caso de la informática, parece evidente que al menos de momento, y con la lógica de 0 y 1 no se llegará nunca a alcanzar la capacidad de razonamiento e intuición de los seres de humanos, capaces de dar solución práctica a situaciones complejas y turbulentas sin una resultado o final determinado.
El ejemplo que el autor pone sobre la luz también es muy esclarecedor. La luz puede comportarse como onda o corpúsculo, en función de las pruebas a las que se le someta, siendo en todo caso la misma luz. Estamos afirmando científicamente por tanto, y contra toda lógica racional, que un elemento es dos cosas al mismo tiempo. Así pues, en función del contexto en el que situemos los elementos, estos pueden resultar de una manera o de otra.
En el caso del mundo social, el autor afirma que consiste en actividades o juegos caóticos o complejos que nos pre-existen; y para poder entenderlos, deberíamos centrarnos en el “producir” y en el “hacer”, pues ni los juegos mismos ni sus reglas existen realmente, sino sólo nuestro “producir”.
En la última parte del artículo, Villasante nos mostrará las deficiencias metodológicas e instrumentales para articular una investigación de carácter social bajo el prisma de la complejidad humana, a través del análisis de redes sociales. Concluye además que es necesario replantearse las metodologías de análisis de redes sociales actuales para adaptarlas a una visión compleja de la sociedad.
En la última parte del artículo, Villasante nos mostrará las deficiencias metodológicas e instrumentales para articular una investigación de carácter social bajo el prisma de la complejidad humana, a través del análisis de redes sociales. Concluye además que es necesario replantearse las metodologías de análisis de redes sociales actuales para adaptarlas a una visión compleja de la sociedad.
Se pregunta asimismo, cómo conseguir no bloquear los procesos cuando es imprescindible hacer reducciones con las intervenciones que realizamos en un entorno de complejidad. Toda herramienta o metodología de intervención propuesta genera algún tipo de constreñimiento o reducción de la realidad compleja estudiada, generando además, toda una serie de consecuencias imprevistas e imprevisibles en el sistema sobre el que se actúa. No se debe confundir el hecho de aumentar la energía de un sistema, esto es, aumentar su complejidad, con una mejor organización del mismo. Sin embargo, sí que parece cierto que en determinados “errores” o situaciones no previstas generadas en el sistema se puede dar lugar a innovaciones o procesos creativos. No será el tamaño de las relaciones dentro de un sistema, sino su tipo las que facilitaran la generación de innovaciones o procesos creativos.
Las relaciones que se establecen entre los diferentes elementos de un sistema complejo no pueden por el momento ser representados a través del Social Network Análisis, aunque sí que hay determinados patrones en las relaciones entre agentes que resultan interesantes, como la diferencia relacional entre hormigas, mamíferos y humanos. Las primeras se relacionan a través de una jerarquía interna, y posteriormente adaptan sus itinerarios al terreno del que deben recoger la comida. En el caso de los mamíferos, existe una mayor autonomía en la toma de decisiones, la relación con el grupo de pertenencia y el territorio; y en los humanos, las capacidades de decisión y las relaciones con el grupo y el territorio se superponen, por lo que nuestra complejidad aumenta. Además podríamos hablar de relaciones fuertes, débiles, virtuales, personales, etc. dentro de diferentes procesos de socialización a los que los humanos estamos sometidos.
¿Podremos conocer cómo manejarnos dentro de esta redes complejas?
IÑIGO URKIDI
Sobre la Complejidad y Sus Usos, Tomás R. Villasante, Observatorio Internacional de Ciudadanía y Medio Ambiente Sostenible, Universidad Complutense, Madrid.
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