Dada la proliferación de libros, escritos, artículos, y demás aportaciones acaecidas en las últimas décadas en torno al fenómeno de lo complejo, no es sencillo realizar una aproximación nítida que explique el fenómeno de la complejidad. El concepto de complejidad, si bien en ocasiones su significado puede resultar evidente, en diferentes contextos y momentos, se presta a acepciones diversas, dependiendo no sólo de lo que se observa, sino a su vez del sujeto que observa.
Para aclarar este tipo de cuestiones, hemos acudido a Pablo Navarro, que como profesor del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo trata de explicar la noción de complejidad en general, intentando mostrar la pluralidad de significados que encierra, desde una perspectiva social-humana.
En primer lugar, distingue dos formas preliminares de entender la complejidad:
~ De manera “subjetiva”. Cuando el sujeto que observa la realidad compleja, no es capaz de dilucidar acerca de ella, y se ve superado para alcanzar conceptualmente dicho objeto. Se refiere a las ocasiones en las que no entendemos una realidad porque somos incapaces de comprenderla, o porque nos parece demasiado complicada.
~ De manera “objetiva”. Si bien en ocasiones otorgamos la calidad de complejo a algo que supuestamente supera a nuestro intelecto, en otras se la otorgamos precisamente a un objeto porque creemos entenderlo.
Sin embargo si echamos un vistazo más de cerca, ambos puntos de vista no son incompatibles, sino que están sutilmente relacionados. El autor explica que sólo los sujetos suficientemente complejos están en condiciones de detectar y comprender la complejidad, y además, sólo la complejidad objetiva de determinadas realidades ha podido generar sujetos capaces de tomar conciencia de ella. La complejidad que el sujeto descubre, que efectivamente pertenece al objeto, está ligada a la propia complejidad inherente a dicho sujeto, ya que éste constituye la complejidad de lo observado en base a la suya propia. Por tanto, el fenómeno de la complejidad queda definido como “una suerte de juego de espejos que entablan el sujeto y el objeto del conocimiento”.
Precisamente porque el fenómeno de la complejidad es definido de forma compleja, quedan fuera de juego las perspectivas que lo definen de manera simple y reduccionista. Existe una idea extendida de que la complejidad consiste en la coexistencia de un gran número de elementos y multitud de relaciones entre ellos, y son esas interacciones las que conceden el apelativo de complejo. Eso es justamente lo que el autor entiende por “complicado” en lugar de “complejo”.
Pero la complejidad incluye más atributos que la mera complicación. Algo puede ser muy complicado y sin embargo no poseer las características constitutivas de complejidad, como por ejemplo la potencialidad de crear fenómenos nuevos - emergentes. – y nuevas relaciones entre esos elementos.
En segundo lugar, otra de las afirmaciones recogidas por este autor es la inconveniencia de realizar aproximaciones excesivamente “formales” al fenómeno de lo complejo. No comparte con otros autores el hecho de que la complejidad pueda ser explicada a través de teorías formales. Ninguna de esas teorías puede por sí misma, dar explicación al fenómeno de lo complejo, ya que éste es un hecho concreto, específico de cada tipo de realidad.
Sin embargo, es verdad que existen teorías que ayudan a entender su significado. El típico ejemplo, que podemos encontrar navegando por la red, del fenómeno caótico de un modelo en el que se compara la impredictibilidad de los cambios del tiempo con las oscilaciones a nivel mundial de una economía de corte capitalista, puede servirnos para dar una explicación razonada de ambos, aunque dada la naturaleza tan distinta de ambas realidades, no nos sirve para comprender y aprender la especificidad de cada uno de ellos.
Este tipo de teorías formales sólo sirven para describir de alguna manera la forma explícita que cobran los fenómenos, y no el proceso relevante a través del que se genera. Así las cosas, las denominadas teorías formales pueden ayudar a entender el comportamiento de las realidades en diversos ámbitos, explicando el “cómo” suceden las cosas, y no el “qué”, la emergencia propia de esos fenómenos que es precisamente lo que los dota de singularidad.
En conclusión, si bien fenómenos complejos similares pueden ayudar en la comprensión de otras realidades de naturaleza parecida, teniendo en cuenta lo dicho hasta ahora, el autor consolida la idea de que la complejidad únicamente puede entenderse en base a su propio desarrollo y, especialmente, atendiendo a sus resultados emergentes.
Estibaliz Hernandez
NAVARRO, Pablo. “El fenómeno de la complejidad social humana” en Curso de Doctorado Interdisciplinar en Sistemas Complejos, 1997. EHU/UPV
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