sábado, mayo 21, 2005

Interdisciplinariedad y complejidad: una relación en evolución



El estudio de la interdisciplinariedad se ha definido como “el proceso de dar respuestas a preguntas, resolver o enfrentarse a problemas que son demasiado amplios o complejos como para poder ser resueltos por una disciplina o profesión”. Desde este punto de vista, parece que la interdisciplinariedad guarda una relación muy estrecha con la complejidad. La interdisciplinariedad, al igual que la complejidad, asume un enfoque de análisis en el que es necesario integrar las diferentes perspectivas que forman parte de un fenómeno, de un problema, de un “todo”. Intuitivamente, incluso parece que “todo lo interdisciplinario es complejo pero no todo lo complejo es necesariamente interdisciplinario”.

Para profundizar sobre estas cuestiones, el artículo de esta semana se presenta bajo el título “Interdisciplinarity and complexity: an evolving relationship” de Julie Thompson Klein. La autora analiza el vínculo entre interdisciplinariedad y complejidad y proporciona argumentos interesantes acerca de cómo ambos conceptos conviven y se complementan.




La complejidad y la interdisciplinariedad

A pesar de que los conceptos que sustentan la complejidad y la interdisciplinariedad (conocimiento profundo y general, integración y síntesis) son muy antiguos, tanto interdisciplinariedad como complejidad son ideas relativamente nuevas. Los primeros indicios del concepto de interdisciplinariedad datan de las primeras décadas del siglo XX, de la época de la investigación científica en el campo social y de los movimientos en pro de la educación general. Los precedentes de la idea de complejidad se remontan al inicio del siglo XX, en disciplinas tales como la biología y la filosofía, si bien la nueva ciencia de la complejidad se ha desarrollado a partir de la segunda mitad del siglo pasado. Sin duda alguna, en las últimas décadas, las dos ideas se han ido vinculando cada vez más.

El nexo de unión entre las dos ideas ya se hacía evidente en las primeras conceptualizaciones sobre interdisciplinariedad. En la primera conferencia internacional sobre interdisciplinariedad en los años 70, uno de los ponentes hacía una llamada en busca de un nuevo enfoque capaz de promover criterios para afrontar “situaciones dinámicamente cambiantes y complejas”. Una década más tarde, Smirnov identificó la “interdisciplinariedad de los sistemas complejos” como una de las principales formas ontológicas de desarrollo interdisciplinario de la ciencia moderna. Smirnov confió en que el descubrimiento de nexos y reglas en la formación y organización de sistemas, entre sus diversos departamentos, partes y elementos mantendría la promesa de elaborar una estructura teorética común.

A medida de que la nueva ciencia de la complejidad se ha ido desarrollando, la complejidad se ha convertido en una palabra clave en los debates sobre la interdisciplinariedad. Así, Klein y Newell definen el estudio de la interdisciplinariedad como “el proceso de dar respuestas a preguntas, resolver o enfrentarse a problemas que son demasiado amplios o complejos como para poder ser resueltos por una disciplina o profesión”. En esta misma línea, otros autores (Hübenthal, 1994) han expuesto que la colaboración interdisciplinaria es necesaria en tanto que los problemas son demasiado complejos como para poder ser valorados adecuadamente, y mucho menos poder resueltos, con el mero conocimiento de una única disciplina. Cornwell y Stoddard, por su parte, establecen que “las culturas, en sus interacciones continuamente cambiantes y sus complejidades, deben investigarse y enseñarse desde una perspectiva interdisciplinar”.

La complejidad y la interdisciplinariedad están relacionadas en una gran variedad de campos, desde los estudios literarios, física y biología, hasta la educación, política pública y medio ambiente y naturalmente, su punto de partida varía (la explosión de conocimiento, diversidad cultural, problemas sociales y tecnológicos, o conceptos multifacéticos tales como el cuerpo, la mente o la vida).



Interdisciplinariedad y transdisciplinariedad

Los problemas de las sociedades son cada vez más complejos e interdependientes. No se circunscriben a sectores o disciplinas determinadas, y no son predecibles. Son un fenómeno emergente en base a dinámicas no lineares. La “realidad” es un nexo de fenómenos interrelacionados que no puede reducirse a una única dimensión.

Según la autora, la necesidad de un enfoque que aborde los problemas complejos es evidente en aquellos ámbitos en los que se da interacción humana con los sistemas naturales, tales como la agricultura, ingeniería forestal, industria,…y en campos de gran desarrollo técnico, como la tecnología nuclear, biotecnología, genética,…El desarrollo económico, técnico y social también se relaciona con elementos de valor y cultura en el ámbito de la energía, sanidad y nutrición. En estos casos, aparece la interdisciplinariedad como solución, si bien el enfoque de los primeros años difiere de los nuevos enfoques transdisciplinarios.

La historia de la investigación bajo un enfoque interdisciplinario de resolución de problemas se remonta a los años 40, en el área de la agricultura y defensa. En los años 70, las naciones industrializadas asignaron una cantidad considerable de recursos a la investigación multi e interdisciplinar en áreas de gran competencia económica, especialmente en ingeniería y producción, informática, biotecnología y medicina. En esta época ya se reconocía la necesidad de un enfoque interdisciplinario a la hora de enfrentarse a problemas complejos, pero siempre bajo las premisas de la búsqueda de progreso y crecimiento.

Paralelamente, emergió un discurso de resolución transdisciplinar de problemas. El nuevo discurso venía a llenar el vacío histórico entre las llamadas a la interdisciplinariedad y a la orientación a la solución de problemas, por un lado, y a una política práctica y disciplinaria de apoyo a las ciencias naturales y la tecnología, por otro. El nuevo enfoque se centra en la investigación orientada al problema y a la búsqueda de soluciones, pero incorporando planteamientos participativos. Hay cinco frases clave asociadas a la transdisciplinariedad: orientación a los problemas, ir más allá de la disciplinariedad, orientación a la práctica, participación y orientación al proceso. Este nuevo discurso comparte una serie de supuestos con la noción de “ciencia postnormal” de Funtowicz y Ravetz (1991): supone la liberación de los supuestos reduccionistas y mecanicistas sobre el modo en el que se relacionan las cosas y funcionan los sistemas y la liberación de la expectativa de que la ciencia proporciona estimaciones finales, precisas y ciertas. Del mismo modo, la ciencia postnormal está asociada a problemas no estructurados, problemas provocados por complejas relaciones causa-efecto.


Los dominios del problema

Muchos de los problemas que los profesionales tienen que afrontar no son simples ni se pueden predecir. Son únicos y complejos. Al surgir de ámbitos caracterizados por la turbulencia y la incertidumbre, los problemas complejos son típicamente ambiguos, multidimensionales, inestables y abiertos. Caracterizados como “malvados” y “desordenados”, resisten la domesticación, limitación o gestión por métodos tradicionales de resolución de problemas. Como resultado, el arte de ser un profesional se está convirtiendo en el arte de gestionar la complejidad. Hoy en día, hay más herramientas de gestión que nunca. Existen métodos analíticos sofisticados y programas informáticos que hacen posible el manejo de ingente cantidad de información y la modelización y la predicción a larga escala. Sin embargo, los problemas complejos no pueden resolverse con la mera utilización de nuevas herramientas y nueva información o introduciendo nuevas variables a los modelos de decisión predefinidos. La resolución de los problemas complejos no es un asunto de “libro” sino que está en “zonas indeterminadas de práctica” y en “el fango de los problemas importantes y de la investigación no rigurosa”. No se resuelven de una vez para siempre, sino que deben ser gestionados continuamente.

La industria aeroespacial es uno de los muchos contextos en los que se desarrolla el pensamiento de los sistemas complejos. La “relación binomial” de la complejidad y la estructura transdisciplinar del conocimiento descansa en las interacciones entre el inconmensurable número de procesos o fenómenos que pueden tener lugar y la reestructuración cualitativa que provocan dichas interacciones. Las interacciones no lineares provocan la ruptura de la simetría. Cambian las dimensiones de descripción y se produce un cambio cualitativo en las variables y parámetros relevante para entender lo que realmente ocurre.

El análisis transdisciplinario introduce el elemento exploratorio/investigativo en el análisis de toma de decisiones, fomentando el desarrollo de diferentes opciones de respuesta. La lógica de las soluciones “óptimas” se sustituye por otros criterios alternativos, tales como el nivel de consenso que las opciones pueden conseguir, su viabilidad y las posibles contribuciones a la sostenibilidad global del sistema.

Teorizando sobre la interdisciplinariedad y la complejidad

La relación entre complejidad e interdisciplinariedad y la complejidad es un asunto de debate en los Estados Unidos. Newell propone que la complejidad necesita de la interdisciplinariedad. Añade que la propia naturaleza de los sistemas complejos proporciona un fundamento exhaustivo para el estudio de la interdisciplinariedad, unifica la aparente divergencia entre los distintos enfoques y ofrece una guía de criterios en cada uno de los pasos del proceso integrativo propio de la interdisciplinariedad. El objetivo último de cualquier investigación interdisciplinaria es conocer una porción del mundo modelizado por un sistema complejo determinado.

La autora del artículo, por su parte, ve la convergencia de la complejidad y la interdisciplinariedad como parte de un proceso cultural más amplio. Las clasificaciones epistemológicas tradicionales y los dominios del conocimiento se han vuelto más permeables y se ha producido un claro traspaso entre fronteras nacionales, políticas y culturales. Estos acontecimientos, junto con las tecnologías de la información, el transporte internacional de personas y mercancías, las nuevas redes relacionales, y las particularidades culturales han venido a caer bajo el concepto de un paraguas denominado “postmodernismo”. Una de las características del postmodernismo es precisamente el proceso de hibridación creciente de las categorías culturales, las identidades y las certezas previas. Las nuevas formas de interdependencia y cooperación llaman a una reconfiguración internacional. Todas las categorías culturales, las identidades y las certezas han sufrido de-diferenciación, de-aislamiento e hibridación. Los límites y las fronteras están en peligro.
Por último, la autora advierte sobre el riesgo de la utilización de las metáforas simplistas tradicionales, pues añaden confusión, y obstaculizan el entendimiento del conocimiento nuevo, las nuevas relaciones y las perspectivas no lineares y no-verticales que son multidimensionales y multidireccionales en esencia. La utilización de metáforas físicas y topológicas o arquitectónicas, por su parte, describen las relaciones entre los elementos que dan lugar a innovaciones y sus contextos (dimensiones, uniones, puntos de conexión, solapamientos, interconexiones, rupturas y palancas). Y podría añadirse… un set de Mandelbrot


Nuria Toro



“Interdisciplinarity and complexity: an evolving relationship". Julie Thompson Klein. ECO Special Double Issue. Vol. 6 N. 1-2 Fall 2004 pp. 2-10

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